“Quiero sexo aquí y ahora, y me quito únicamente lo imprescindible para poder sentirte dentro”
A principios de la década de los 90, la actriz Sharon Stone se convirtió en un sex symbol a nivel mundial gracias a un famoso cruce de piernas con el que puso de manifiesto dos cosas: una, que es una chica despistada y que había olvidado ponerse una braguita al salir casa; y dos, que la depilación intima había dejado de ser algo exclusivo de las actrices del mundo de la pornografía y poco a poco ser convertiría en un estándar entre todo tipo de mujeres. A estas alturas probablemente habréis adivinado que me estoy refiriendo a “Instinto Básico”, pero hoy no os voy a hablar de la película que catapultó al éxito a Sharon Stone, sino de la que rodó a continuación: “Sliver”.
A pesar de que para la crítica especializada fue un rotundo fracaso, esta película contenía una escena que me impactó e influyó decisivamente en mis relaciones sexuales posteriores, quedando grabada para siempre en mi traviesa mente: Sharon Stone cabalgando con pasión a su compañero de reparto, el apuesto William Baldwin, él luciendo su cuerpo desnudo y ella vestida únicamente con un sensual sujetador, cuyos tirantes se habían deslizado por sus brazos.
Por aquel entonces yo era adolescente y ya me hacían perder la serenidad las chicas enbraguitas y sujetador o sólo en braguitas, pero gracias a “Sliver” descubrí que la visión de una mujer en sujetador y sin braguita era algo realmente sexy y sobretodo muy travieso, y es que en mi opinión, es una manera perfecta para transmitir el sutil mensaje de “quiero sexo aquí y ahora, y me quito únicamente lo imprescindible para poder sentirte dentro”. Ya verás como el tremendo contraste de tus senos envueltos por el sujetador con tu sexo completamente desprotegido hará que vuestra cama tiemble más de lo habitual.